La tarea diaria vuelve, nuestro ser cada vez más automatico, caminar, comprar, trabajar, estudiar, llegar a casa, dormir... dentro de ese automatismo, deja de ser natural el respirar, el sentir (pues tambien queda inmediatamente automatizado) refiriendome especialmente al momento en que ya no se disfruta el instante en que el aire entra fresco a nuestro cuerpo, desconocemos nuestra propia respiracion y mas aun nuestro increible proceso de fonacion, vivimos en una lucha constante en contra de nuestro cuerpo, nos hemos quedado sin tiempo justo para respirar, pero, respirar conscientes... y he aqui, he aqui la tarea ardua de nuestro primer reencuentro, la oportunidad de conocer nuestro cuerpo de tal manera que recobremos nuestras sensaciones básicas.
Nacemos dotados de todos los talentos y riquiezas que el universo se imaginó, cuales bajo la premura del tiempo y el acoso de la vida vamos perdiendo uno a uno.
La voz es el reflejo del alma (vaga el refran)... pero un alma consciente, un alma que siente, un alma que disfruta uno a uno sus procesos internos, controlando gran parte de ello, un alma que conoce su voz, un alma que sucede su voz... porque cantar sin conocer la mecanica del aparto fonador es como colgar cuadros clavando una puntilla con un serrucho, llenos de desconocimiento, llenos solo de talento, llenos de mitos y llenos de leyendas, llenos de tradicion oral de sis y de nos.
Un buen cantar concluye en un reencuentro con nuestras sensaciones fisicas internas, la recuperacion de nuestro ser basico, el reconocimiento del cuerpo como parte consciente del yo.